26 de diciembre. Federico Armentero
Hablar de legado cultural, de conservación del patrimonio de la riqueza de nuestra historia, parece que por el momento no estamos hablando del colectivo LGTB.
La realidad nos demuestra que nos hemos apartado de nuestra historia, de las personas que les ha tocado vivir una época de persecución, encarcelamientos, tratamientos correctivos que no les hemos reparado judicialmente hablando, ni puesto en valor, parece que el propio colectivo nos queremos olvidar de los maricones viejos y viejas y enseñar nuestra mejor imagen más moderna, joven y actual: lo gay.
La realidad así lo recoge, realidades de lugares de ambiente se han quedado en nuestro imaginario como espacios de disfrute, alegría, consumo y sobre todo pasarlo bien, ese “Peter Pan” del colectivo, la idea de que no vamos a envejecer, que somos “divinas” y la noche y algunas cosillas más no nos van a dejar envejecer.
Pero como toda realidad, afortunadamente, no todas son así y a esas realidades me voy a referir en este artículo reflexivo.
Los mayores LGTB somos una realidad cada vez más visible y consciente de nuestros derechos, como personas que nos ha tocado vivir una época gris y represora para las personas LGTB. Somos conscientes y queremos recoger este legado, conservarlo como nuestra riqueza cultural que ha sido aniquilada. Pero no como víctimas, que lo fuimos, pero lo superamos, le pusimos cara, trabajamos nuestro momento histórico y salimos adelante (Resiliencia).
Y como nos dice la canción de nuestra Arita: con mis manos me dedique a la construcción. Si, seguir siendo parte activa de esta sociedad, a poner nuestro granito de arena para construir un mundo más humano, más feliz.
Para realizar esta tarea hemos tenido que hacer un largo viaje, conocer la realidad en la que se encuentran nuestros mayores, cuál es su día, como viven, de qué viven, cómo les gustaría vivir, en una palabra darles voz, conocer de primera mano su realidad y sobre todo hacerles partícipes del cambio, porque la participación te hace ser responsable de tus cambios, ilusionarte, ser importante, en contra de lo que la sociedad actual quiere, que delegues, que pases lo más desapercibido posible, que no te metas en líos….que….que.
Somos tan osados que vamos a construir recursos a nuestra medida, para dar respuestas solidarias a nuestras necesidades, con espacios amables, inclusivos y de respeto; por este motivo la Fundación 26 de Diciembre ha abierto en pleno corazón de Madrid, el barrio más multiétnico e histórico, Lavapies, un local social “La casa de la Abuelx” ese espacio donde todos y todas somos bienvenidos/as, donde hay cabida para todas las personas, donde no se te pregunta con quién te acuestas, cómo eres…un lugar de encuentro y construcción, donde nos implicamos en nuestro proyecto, participando en la organización del espacio. Un espacio abierto al barrio, donde somos vecindad, somos la parte visible y necesaria de crear autoayuda, cercanía, escucha y sobre todo tranquilidad, como son las casas de las abuelxs ,un lugar donde no se juzga, todas tienen su sitio, donde no hay horarios cerrados, en cada momento hay una actividad necesaria que es la de estar con, hablando, colaborando en la cocina, limpiando y redecorando los espacios, compartiendo una infusión o un vino, acompañando a las personas que se acercan a saber qué es esto…
Como todo proyecto novedoso y de empoderamiento tiene sus conflictos, somos una sociedad educada al servilismo, a destruir, a no valorarnos. Proyectos de estas características cuesta ponerlos en marcha, porque se parte de la implicación y participación activa de los protagonistas. Esto no es un lugar donde te resolvemos los problemas, no tenemos la píldora de la solución, tenemos que unirnos y construir y no estamos acostumbrados, es mejor quejarse, victimizarse y aquí se cambia porque no sirve, no se escucha el desanimo, el “esto” es imposible, no vale la pena… nos tiene que reforzar y indicarnos que estamos en buen camino.
Pero realmente lo que nos mueve a la Fundación y al conjunto de personas que configuramos el proyecto es dotar de recursos residenciales que puedan dar respuestas a las necesidades que hemos detectado. En esto no somos los únicos ni los primeros.Partimos del Estudio que realizó Beatriz Gimeno: Vejez y Orientación Sexual, que nos removió algunas conciencias y fobias varias; y animó a poner en marcha recursos y acciones que paliaran esta situación de pobreza, exclusión y desamparo de una gran parte de nuestros mayores.
Empezamos con investigar, preguntar, participar en organizaciones de mayores, experiencias americanas y europeas, contactos con proyectos residenciales y de proximidad para personas mayores, estudios, experiencias pioneras de atención centrada en la persona, trabajar CON los mayores en el Estado español. No queremos ser una isla, más bien un tsunami, un terremoto que ponga en marcha los cambios necesarios en lo político como en lo social para crecer en organizaciones respetuosas y diversas que quieren la felicidad de su ciudadanía.
Algo se está moviendo y es momento de aprovechar ese movimiento, posicionarse y construir lo nuevo, lo diverso, lo respetuoso, la dignidad y sobre todo la felicidad.
Federico Armentero Presidente de la Fundación 26 de Diciembre |
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