Me gustaría comenzar el artículo proponiéndote un ejercicio. Imagina que eres un adolescente homosexual que vive en una ciudad pequeña. Intenta meterte en su piel: No conoces otros chicos gays, y a veces te preguntas si algún compañero del instituto podría serlo. Pero la visibilidad de tus sentimientos no es una opción en un sitio en el que sabes que sentirse atraído por las personas del mismo sexo está mal visto. En ocasiones observas con envidia a tus amigos heteros y piensas en lo fácil que sería todo si te gustaran las chicas, pero sientes que no puedes cambiar algo que forma parte de ti desde que naciste. Sueñas a diario con encontrar a alguien como tú, alguien con quien compartir tus sentimientos, tus preocupaciones, tus miedos, tus ilusiones, tu vida. Alguien que mirándote a los ojos, te diga que te quiere. Alguien que te abrace muy fuerte cuando sientas frío en el armario del que tienes miedo a salir, para no sufrir la incomprensión con la que crees que recibiría tu entorno la noticia de que eres homosexual. Estás deseando vivir todo lo que sientes cuando tus amigos te cuentan los encuentros furtivos con sus novias. Y por experimentar todo lo que te hacen vivir tus amigas cuando te cuentan lo enamoradas que están de sus novios. Tienes 19 años y aún no has besado a nadie. Rezas por que ese beso llegue pronto a tus labios y te haga sentir que no vas a estar solo nunca más.

Un día te haces fuerte y decides crear un perfil en una red social. Lo haces con una identidad falsa para preservar tu anonimato. Te aterra que te descubran, pero tú deseo de ser feliz sin dejar de ser quien eres, es más fuerte. Tras varios intentos fallidos, un día aparece al otro lado del chat un chico que parece sentir lo mismo que sientes tú. Cada una de sus palabras responden a cada una de tus dudas. Poco a poco vas superando tus miedos y un día sientes que puedes confiar en él. Esa confianza se transforma en esperanza. Por fin, un confidente, un amigo, un amante… quizás un novio. Sabes que es muy poco maduro pensar en el amor sin ni siquiera conocerle en persona; pero no puedes evitarlo tras ver todo lo que compartís. Te hace sentir muy feliz pensar que él pueda estar sintiendo lo mismo por ti.

Te envía su primera foto. No le conoces, pero crees que es el chico más guapo del mundo. Le envías tu foto y te dice que le pareces el chico más guapo del mundo. Tu corazón bombea la sangre a tu cuerpo a mil pulsaciones por segundo. Nunca antes habías sentido una sensación así.
Es el día de vuestra primera cita. Anoche casi no pudiste dormir y el rato que lo hiciste, soñaste que podías volar, que ambos lo hacíais agarrados de la mano por encima de la ciudad en la que vivís, desafiando la incomprensión de la gente.

Habéis quedado en un sitio discreto de la ciudad. Estás temblando de la emoción. Alguien pronuncia tu nombre a tu espalda. Te vuelves con una sonrisa.
Te gritan maricón. Ves a un grupo de tíos con la cabeza rapada y ropas de estética neonazi. Uno de ellos graba la escena con el móvil. Tu corazón bombea la sangre a tu cuerpo a mil pulsaciones por segundo. Nunca antes habías sentido una sensación así. Corres. Te alcanzan. Te tiran al suelo. Te insultan. Te patean. Te cogen entre varios y te meten en un coche. Recibes más golpes. Maricón. Hay gente que ha visto la escena, pero que ha mirado para otro lado. Rezas por que todo acabe lo antes posible. Solo sientes dolor. Recibes más golpes. Maricón. Maricón. Maricón.

Te llevan a una casa en la que te torturan y humillan durante horas. Lloras. Les suplicas que paren, que te dejen marchar. Te responden con patadas. Te obligan a decir delante de la cámara que eres maricón. Lloras. Te obligan a hacer el saludo nazi sosteniendo un dildo con la otra mano. Te desnudan y te meten la cabeza en una taza del water. Te obligan a beber. Te pintan el cuerpo con pintura, te rocían con orina. Maricón. Rezas por que todo acabe lo antes posible. Solo sientes dolor. Maricón. Maricón. Maricón. Maricón. Maricón.
Por fin termina tu suplicio. Te dejan tirado inconsciente a las afueras de la ciudad.
Al día siguiente el vídeo está circulando por Internet. Lo ve toda la ciudad. Nadie actúa contra los agresores, pero tú comienzas a ser objeto de todo tipo de insultos y burlas. No puedes soportarlo y decides terminar con tu vida.

Esto sucedió hace unas semanas en Rusia. No conocemos su nombre, pero su sufrimiento aún circula por Internet y ha despertado la conciencia del mundo civilizado. Es solo la primera víctima. Grupos de activismo LGTB rusos denuncian al menos dos más. Un adulto que según han informado murió por los golpes recibidos. Su cuerpo fue quemado. Y un joven que desafió el toque de queda impuesto por el gobierno ruso a la visibilidad LGTB mostrándose ante los medios de comunicación con una bandera del arcoíris. Fue asesinado por un grupo paramilitar en San Petersburgo.

Desde que el gobierno de Putin aprobó la mal llamada ley de la “propaganda homosexual”, grupos de extrema derecha han multiplicado el acoso al colectivo LGTB en distintas partes de Rusia. Con total impunidad. Se graban insultando, humillando, golpeando y torturando, y lo publican en Internet sin que la policía actúe. La homofobia es una es una enfermedad contagiosa que se está extendiendo de Rusia a Moldavia, Lituania, Armenia y Ucrania, países en los que sus gobiernos han anunciado la intención de aprobar leyes contra la libertad de los homosexuales.

En la redes sociales se han iniciado múltiples campañas que llaman al boicot de los productos de Rusia y de los JJOO que tendrán lugar en la ciudad de Sochi. Su objetivo es neutralizar la escalada de violencia contra los homosexuales rusos.

Los gobiernos occidentales callan. Rajoy, tú eres cómplice de lo que está sucediendo porque en tu mano está ayudar a pararlo. Las marcas patrocinadoras de los JJOO callan. Sony, McDonald’s, Coca Cola, Visa sois culpables de lo que está sucediendo porque en vuestra mano está ayudar a pararlo. ¿Y los miembros del COI? Cualquier puta se vende con más dignidad que ellos. En relación con los JJOO de Sochi, han afirmado que castigarán cualquier acción de los deportistas en favor del colectivo LGTB ruso, declarando que no se debe mezclar deporte y política. Alguien les debería recordar el espíritu con el que Coubertin creó las olimpiadas; y que la defensa de los derechos humanos, la libertad y la vida no son una cuestión política. Pero parece pesar más el negocio en que se han convertido los juegos olímpicos.

Hace unas semanas tuve ocasión de asistir a una reunión en la embajada rusa de Madrid en la que los representantes del gobierno de Putin nos dijeron que su ley trata de “proteger” a los niños y niñas rusos de la homosexualidad, para evitar que “elijan” ser gays o lesbianas. La pregunta que le hice a los funcionarios con los que hablamos, es la misma que os hago a los que aún pensáis que ser homosexual es una opción: ¿En qué momento decidisteis vosotros ser heterosexuales?

Jose Estévez