Si decidís pasear por las calles de una ciudad de Rusia con un paraguas con los colores del arco iris, no os sorprendáis si algún bienintencionado os aconseja desestimar esta idea, ya que ese paseo puede tener consecuencias negativas. Podéis ser víctimas de agresiones por parte de personas homófobas o multados por funcionarios o agentes del Estado.
En la Federación Rusa, los colores de los paraguas pueden interpretarse como intención de “hacer propaganda de relaciones sexuales no tradicionales a menores”. Y esa “propaganda” está prohibida por el Estado. Pero ese acoso no viene solo por parte de personas homófobas.
La ley sobre “propaganda homosexual” fue aprobada por la Duma de Rusia en 2013 bajo un aluvión de críticas por parte de defensores/as de los derechos humanos. La ley, que prácticamente prohíbe decir algo sobre las personas LGBTI en un contexto positivo, no está escrita claramente y genera incertidumbre e indefensión. Cualquiera puede ver “propaganda” en un libro sobre LGBTI, en una manifestación o simple explicación sobre los derechos de este colectivo. A principios de este año, se presentó en el Parlamento ruso una proposición de ley que pedía prohibir las “demostraciones públicas de afecto entre hombres”, proposición que -de momento- no ha prosperado.
Los defensores y defensoras del colectivo LGBTI siguen intentando organizar manifestaciones o eventos. Pero además de enfrentarse a la ley contraria a las relaciones “no tradicionales”, deben superar más dificultades.
El derecho a la libertad de reunión pacífica está gravemente limitado en Rusia. Tras las restricciones introducidas en años anteriores, el número de protestas se había reducido, por lo que no eran frecuentes. Normalmente, se negaba la autorización para celebrar manifestaciones callejeras a los organizadores, o solo se les permitía hacerlo en lugares alejados del centro. Quienes desobedecían la prohibición o las normas eran detenidos y sancionados con multas.
Las restricciones afectan, pues, de manera doble al derecho de las personas LGBTI a reunirse pacíficamente. En mayo de 2015, el intento del activista LGBTI Nikolay Alekseev de celebrar en Moscú una marcha no autorizada del Orgullo Gay desembocó en enfrentamientos con manifestantes contrarios al colectivo y supuso 10 días de detención para tres de sus activistas, incluido Nikolay Alekseev.
A las organizaciones que defienden los derechos LGBTI también les afecta otra ley, según la cual todas las organizaciones que reciban fondos desde el extranjero tienen que marcar todas sus publicaciones con la etiqueta “agente extranjero”. Esta definición en Rusia tiene un significado negativo; se puede interpretar como “espía”, y puede provocar una actitud negativa por parte de la población hacia dichas ONG. Y esto es lo que intenta hacer el gobierno. Además, estas ONG están obligadas a cumplir onerosos requisitos administrativos que dificultan su actividad.
Las ONG que incumplan estos requisitos se enfrentan a cuantiosas multas, las actividades de las ONG puede ser suspendidas y sus responsables pueden terminar en la cárcel.
Pero no sólo se intenta restringir la libertad en la vida real, sino también en el mundo virtual. Un tribunal de San Petersburgo ordenó bloquear la página de “Children 404”en la red social rusa “Vkontakte¨. Esta plataforma, creada por la periodista Elena Klimova, ayudaba a los adolescentes a compartir sus experiencias y problemas, y facilitaba que pudieran recibir ayuda de otros adolescentes o de psicólogos. En una sociedad donde tener una orientación sexual “diferente” puede llegar a significar el suicidio, esta plataforma tenía un papel muy importante. Elena Klimova ha tenido que enfrentarse a un segundo juicio, en la región de Sverdlovsk, donde un tribunal le impuso una multa de 50.000 rublos (830 dólares estadounidenses).
En respuesta a las críticas, el gobierno de Rusia niega que exista discriminación. En septiembre de 2015, por ejemplo, el presidente del país Vladimir Putin dijo, que nadie viola derechos de LGBTI y que este problema está siendo alimentado desde el exterior por razones políticas con el objetivo de crear una imagen negativa de su país.
Las personas LGBTI no cuentan con protección en la Federación Rusa. La que ha sido Defensora del Pueblo hasta abril de este año, Ella Pamfilova, indicó que en su oficina no entra información referente a este tipo de violación de derechos humanos. En respuesta a Pamfilova, la organización Red Rusa de las Personas LGBT le envió un informe donde le explicaba acerca de todos los casos de discriminación y violencia durante el año pasado.
Esta organización, solo en 9 ciudades y durante el año 2015, registró 284 casos de violencia y discriminación. La situación en pequeñas ciudades es mucho peor que en las grandes ciudades. Las personas LGBTI viven con miedo, encerradas, con gran desesperación. Porque saben, que, en caso de violencia, ni tan solo los agentes del orden les van a ayudar, simplemente porque no aceptan su orientación sexual.
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