Cibersexo, Nuevos retos y oportunidades para la prevención de la transmisión del VIH en hombres que mantienen sexo con otros hombres
Cibersexo, Nuevos retos y oportunidades para la prevención de la transmisión del VIH en hombres que mantienen sexo con otros hombres
Pedro Salmerón Sánchez. Doctor en Psicología por la Universidad Jaume I de con la tesis titulada “Perfil psicosocial de los trabajadores masculinos del sexo”. En la actualidad compagina su labor como Técnico de Salud (Servicio de Prueba Rápida del VIH y Servicio de Apoyo a la Persona Positiva) en el Lambda València (Colectivo LGTB) junto con la docencia en la Universitat Oberta de Catalunya y en la Universitat Jaume I de Castellón. Ha formado parte activa del grupo de investigación Salusex-Unisexida de la Universitat Jaume I. Su amplia experiencia profesional en promoción de la salud se pone también de manifiesto en sus principales líneas de investigación cuyo interés se focaliza, principalmente, en la salud sexual y la prevención del VIH, el trabajo sexual ejercido por hombres, la orientación sexual y la identidad de género.
Cristina Giménez García. Doctora en Psicología por la Universitat Jaume I de Castellón. Su actividad docente en esta misma universidad y su actividad como Psicóloga General Sanitaria complementa su actividad investigadora en el equipo Salusex-Unisexida de la Universitat Jaume I. Su actividad científica se centra principalmente en el campo de la promoción de la salud sexual y la prevención de la infección por VIH. Sus objetivos de investigación pasan por mejorar la comprensión de variables destacadas en el desarrollo sexual en distintos colectivos, así como profundizar en el tratamiento de fenómenos más recientes como el cibersexo
Los diferentes datos oficiales con los que contamos sobre infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) nos dicen que en la actualidad la prevalencia y la incidencia de la infección sigue siendo especialmente elevada en hombres que tienen sexo con hombres (HSH). En este contexto, resulta especialmente llamativo el incremento en los nuevos casos de infección entre los jóvenes. La relajación en la prevención tanto de VIH como de otras infecciones de transmisión sexual (ITS) en la población resulta evidente si observamos mínimamente estos datos.
Los organismos que tanto a nivel sanitario público como desde el movimiento asociativo LGTB, que tradicionalmente ha asumido la difícil y necesaria labor de establecer y potenciar las acciones preventivas ante el VIH en población de HSH, están incorporando desde hace un tiempo nuevas acciones que se adaptan a las nuevas realidades de consumir y vivir la sexualidad de la persona.
La aparición de Internet supuso en su momento una revolución de la que se han ido haciendo eco las múltiples experiencias que nos acompañan en nuestra vida y, por supuesto, la sexualidad no iba a quedarse al margen de esta revolución. Con esta incorporación de Internet a la sexualidad aparecen dos conceptos clave en la experiencia. Por un lado, el Cibersexo, es decir, “todas aquellas conductas que impliquen el uso de Internet con objetivos de gratificación sexual” (Carnes, Delmonico y Griffin, 2007; Cooper y Griffin-Shelley, 2002). Pero si profundizamos un poco podemos diferenciar el cibersexo de Cybering que apela al “uso de Internet por parte de dos personas para la participación y la reproducción de una fantasía sexual común” (Greenfield y Orzack, 2002).
En la intersección entre Internet (y las nuevas tecnologías) y nuestra sexualidad hay quien ha propuesto esta conjunción como una nueva revolución sexual. Y es que, si nos detenemos un segundo a observarlo, podemos encontrar en el cibersexo un espacio donde experimentar con una poderosa herramienta de gratificación que además cuenta con formas muy diversas para su realización (Castro, 2011). El cibersexo puede experimentarse no solamente como un fin en sí mismo. A la búsqueda de material pornográfico o el mantener relaciones sexuales mediante una webcam, entre otras actividades, podemos sumar el uso de Internet y del cibersexo como el medio mediante el cual la persona busca la relación sexual real, en directo, es decir, que el cibersexo también podría ser el preludio de la relación sexual presencial (Bull y McFarlane, 2000). En este sentido, algunos estudios han puesto de manifiesto el que el cibersexo podría aumentar el número de relaciones sexuales desprotegidas con el consiguiente riesgo de infección por el VIH u otras ITS.
Si bien es cierto que el cibersexo se puede entender como un espacio de seguridad y de confort frente a las ITS al poder disfrutar de cualquier fantasía sexual desde la seguridad del sofá de casa, también existe la posibilidad, como acabamos de comentar, de que el uso de las nuevas tecnologías sea el antecedente de prácticas sexuales de riesgo. Así, el uso del cibersexo como medio para encontrar compañeros sexuales puede ser un factor de riesgo para el mantenimiento de prácticas sexuales no seguras (McFarlane, Bull y Rietmeijer, 2000) siendo incluso mayor el riesgo para aquellos que buscan sexo por Internet frente a los que lo hacen de manera “tradicional”.
Tanto los chats convencionales que podemos encontrar por Internet como las nuevas versiones de estos para dispositivos móviles (app) son especialmente necesarios si realmente queremos acercarnos al objetivo de la salud sexual y de la promoción de una sexualidad segura frente al VIH en la población de HSH. Su uso, especialmente el de las apps es cada vez más aceptado y normalizado para fomentar los encuentros sexuales. Por otro lado, es reseñable cómo en muchos de estos perfiles encontramos expresiones del tipo “no a pelo”, lo que nos puede indicar la falta de motivación preventiva en otros tantos perfiles que están abiertos al mantenimiento de prácticas sexuales de riesgo.
Son ya muchas las asociaciones que conocedoras de estas nuevas realidades sociosexuales estamos implementando acciones preventivas y de promoción de una sexualidad segura en estos foros mediante, por ejemplo, la creación de perfiles específicos en este tipo de app mediante los que facilitar información tanto de relaciones sexuales seguras o de los riesgos que podemos asumir según el tipo de práctica realizada como de los servicios que están disponibles para el acceso a la prueba rápida del VIH. En este punto, creemos muy necesario el hecho de tejer una red de recursos complementarios en los que facilitemos información, pero también en los que acerquemos la detección precoz del VIH a la población de HSH. De todos es sabido el alto porcentaje de personas que “conviven” con la infección y los beneficios que supone su identificación precoz.
En definitiva, si dejamos a un lado la vivencia del cibersexo desde el confort del hogar como contexto seguro, la integración de Internet y de nuestra sexualidad supone un reto en cuanto a la prevención del VIH y otras ITS pero también una oportunidad en cuanto que nos permite un acceso a la población de HSH en un medio cómodo para el usuario (la información, por ejemplo, me aparece en la pantalla de mi móvil sin necesidad de desplazarme) pero también en un medio anónimo alejándonos del miedo que aún hoy algunos HSH muestran no solamente con la vivencia de su orientación sino con el estigma asociado al VIH y su desconocimiento.
Con todo lo aquí expuesto no cabe otra que concluir que la aparición de Internet ha llevado a un cambio en la vivencia de la sexualidad en un amplio sector de la población y en consecuencia, un cambio necesario en las estrategias de la Salud Pública. Y es que cuanto mejor sea la integración del cibersexo y el uso de las nuevas tecnologías en las estrategias preventivas frente a la infección por VIH en la población de HSH, más eficaz va a ser nuestra lucha diaria en la disminución de nuevas infecciones y, además, mayor la vivencia de la sexualidad desde el disfrute saludable.
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