Cultura de club lesboqueer en España. Teresa López Castilla (Granada, 1971)
UN ESPACIO PARA LA MÚSICA ELECTRÓNICA DE BAILE
Históricamente se ha entendido la cultura de club como un fenómeno socio musical que principalmente surgía en los años 70 al abrigo de la emergente música disco. Sin embargo, anteriormente otros estilos como el NothernSoul, acogían a miles de jóvenes de clase media trabajadora en el Manchester de los años 60, ofreciendo un espacio a la contracultura más inconformista y sembrando el futuro del concepto de cultura de club. No obstante, será a partir de los años 90 cuando podemos decir que el ámbito de la cultura de club se basa fundamentalmente en la música electrónica, abarcando un sin fin de subestilos que se despliegan del House y el Techno originarios.
Si hay algo que caracteriza a la cultura de club es la necesidad de comunitas alrededor de una música pensada específicamente para bailar. Una música que interpela directamente al cuerpo, a la fisicalidad y sensorialidad más hedonistas y transcendentales a la vez. Esta exhortación al placer a través del movimiento y la experiencia multisensorial de los sujetos romperá definitivamente con los cánones tradicionales de jerarquización del baile (pareja con roles masculino/femenino). El continuum sonoro, ideado por los Djs a través de la mezcla de tracks, servirá de gurú chamánico para que cada cuerpo se abandone libremente al flujo personal y colectivo en la pista de baile.
De esta forma podemos imaginar este espacio, donde los clubbers –bailarines- negocian sus subjetividades, y abandonan la opresión social y cultural hacia la expresión de la sexualidad, como un lugar único para experimentar la fantasía utópica de ser uno mismo en relación con los demás. En resumen, el halo cautivador que forman la música, las luces y las drogas en el club serán recursos suficientes para que los colectivos oprimidos (clase baja, etnias no blancas, lesbianas, transexuales, gais, etc.) Abracen esta cultura como un bastión liberador y una excusa para crear comunidad. Esto es lo que sucedió en su origen con la música disco mientras fue un fenómeno underground, hasta el punto de ser protagonista del movimiento de liberación del colectivo gay, allá cuando un 28 de junio de 1969 una redada contra los clientes (mayoría homosexuales) del club Stonewall de Manhatan consagrara para siempre esta fecha como emblema de reivindicaciones LGTBI en todo el mundo.
Pero aunque la música disco, germen de la actual música electrónica de baile, ha sido mayoritariamente asociada a los hombres gays (blancos, de clase alta y occidentales), lo cierto es que en su esencia también representó a lesbianas, transexuales y a cualquier otra identidad sexual considerada entonces desviada o no normativa. Sin embargo, la poca visibilidad social, cultural, política…de las mujeres en cualquier ámbito de la vida pública, en general, nos obliganos obliga a detenernos de forma específica y particular a la hora de analizar el protagonismo vivido por las mismas en la cultura de club. Es necesario tener en cuenta que las mujeres (abarcando la multiplicidad de identidades sexuales) han estado presentes en una historia de la cultura de club masculinizada, patriarcal y paternalista, que bajo este dominio cultural daba poco sitio a las carreras de mujeres Djs y ha condicionado probablemente la existencia de una escena de música electrónica ‘de calidad’ en ámbitos de ocio lésbicos. Por todo esto, hay que entender una progresión distinta, otra cronología y discurso, tal vez que explique estas particularidades, que han llevado a las mujeres a generar su propia historia en la cultura de club y en la escena de la música electrónica de baile.
En efecto, para poder introducir la actual cultura de club lesboqueer (tanto en España como en el resto de Europa) hay que remitirse al fenómeno sociomusical promovido por las Riot Grrrl allá en el año 1990 en Olympia (Washington). Este movimiento norteamericano no solamente intentaba promocionar y visibilizar a bandas de mujeres músicos punk, rock y pop que rompían el masculinizado mundo de la industria musical, sino que también, desde una perspectiva feminista denunciaban esta exclusión y reivindicaban temáticas sociales, que afectaban directamente a las mujeres (violación, maternidad, aborto, etc.), A través de las letras de sus canciones y de fanzines que distribuían en los festivales que organizaban.
Una de las cosas más interesantes de las Riot Grrrl es el sello de hermandad, la llamada sonoridad entre mujeres, una forma colaborativa de trabajar, organizar y producir que se llevará a cabo de forma autogestionada – DIY (do it yourself), acorde al espíritu punk -.
Esto, sin duda, no sólo rompe los circuitos de poder masculinizados, sino que genera otras redes de empoderamiento disidentes entre mujeres (sea cual sea su identidad sexual), y cuestiona las ya ‘herméticas’ y patriarcales escenas musicales ‘oficiales’.
Con esta premisa ideológica y activista comenzaron a surgir en Norteamérica a finales de los años 90 otros colectivos de mujeres relacionados con la música electrónica (The Sister collective se extendió a otras ciudades desde San Francisco), demostrando que el movimiento Riot Grrrl seguía vivo a través de estas nuevas iniciativas. En España conoceremos el activismo Riot a través de los festivales Ladyfest organizados a partir del año 2000. Estos serán sin duda cantera de ideas feministas inspiradoras para generar una (sub)cultura disidente a la dominante y que de forma globalizada y translocal alcanza de alguna manera, como veremos, a la cultura de club de años posteriores.
Inaugurando el siglo XXI entran en la escena electrónica de club una serie de colectivos nacionales formados por mujeres lesbianas dispuestas a reclamar su espacio en el ocio alternativo, diseñado, organizado, promovido y producido de forma do it yourself (DIY) por ellas. Es el caso del colectivo de mujeres relacionadas con la música electrónica afincado en Barcelona, Lesfatales que surge en el año 2002 y sigue en activo hasta hoy generando una cultura de club lesboqueer en distintos locales de la ciudad de una forma autogestionada.
En el camino han existido otros colectivos, claramente inspirados y conectados por LesFatales, como fue el de Clit Power en Madrid y SoyTomboi de Bilbao (entre los años 2006 y 2010), pues ambos conjuntamente han compartido local y cabina en sus respectivas ciudades. Después han surgido otros colectivos, cuyas organizadoras y Djs residentes están de alguna manera conectada con el más veterano, LesFatales. El más significativo es Miss Moustache Electronicgilrparty de Madrid que desde 2009, y bajo la dirección de Rafalea Gnecco, organiza fiestas temáticas bajo la misma perspectiva feminista y multi-identitaria que LesFatales (aunque destaque cierto toque lésbico como es costumbre).
Todos estos colectivos tienen en común la idea de visibilizar y dar espacio a una cantera de mujeres Djs, principalmente nacionales pero también internacionales gracias a las invitaciones a colaboradoras, mientras promueven una escena electrónica alternativa de calidad lejos del ambiente comodificado y comercial del ocio lésbico de las grandes ciudades.
Para concluir, podemos decir que se augura una nueva etapa para la cultura de club participada por mujeres (lesbianas, queer, trans) preocupadas por ofrecer otros modelos, otras representaciones y otros espacios alternativos. En ellos la música electrónica de baile, no comercial y producida o mezclada por mujeres Djs, comparte protagonismo con las clubbers dando sentido a la ficción corporal, a la oportunidad de negociar sus identidades, a la fantasía de experimentar el deseo erótico en la pista de baile y a la exuberancia de fabricar su propia imagen y estética.
Teresa López Castilla (Granada, 1971) Diplomada en Educación Musical y licenciada en Historia y Ciencias de la Música por la Universidad de Granada en 2005. Cursó el Grado Medio de Violín en el Conservatorio Superior ‘Victoria Eugenia’. Doctora en Musicología por la Universidad de la Rioja en 2015, su tesis Música electrónica y cultura de club: un estudio postfeminista de la escena Española, se acerca al ámbito de la música electrónica de baile en el contexto de la cultura de club lesboqueer en España. Una de las principales aportaciones de su investigación ha sido visibilizar y analizar la actividad musical de las mujeres (en toda su variedad de representaciones identitarias y expresiones sexuales) relacionadas con la música electrónica, la cultura Dj y la cultura de club en escenas locales (Madrid y Barcelona) y translocales, a nivel internacional. Actualmente forma parte del equipo docente de la UNIR compaginándolo con la investigación en música popular urbana y género. López, Teresa (2014), “Entre DJ fatales, Clit Power y Tomboy: activismo queer en el underground electrónico español”, Versión. Estudios de Comunicación y Política, núm. 33, marzo-abril, pp. 71-85, en http://version.xoc.uam.mx/ |
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