PABLO R. SUANZES / Bruselas

  • Xavier Bettel le dará el ‘sí quiero’ el arquitecto belga Gauthier Destenay

  • El político ha impulsado la ley de matrimonio homosexual que le permite casarse

  • No hace bandera de su condición sexual, pero tampoco se esconde

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    Una ceremonia discreta, privada. Sin prensa, fotógrafos profesionales ni celebridades, salvo del mundo de la política europea. Cuando el próximo viernes, 15 de mayo, Xavier Bettel dé el esperadísimo “sí quiero”, apenas unos cientos de amigos y familiares arroparán al flamante primer ministro de Luxemburgo y a su pareja, el arquitecto belga Gauthier Destenay.

    Son jóvenes, guapos y triunfadores. Bettel, de 42 años, se convirtió en líder del pequeño Gran Ducado el 4 de diciembre de 2013,rompiendo la hegemonía de la derecha, del partido de Jean Claude-Juncker, que durante más de seis décadas había gobernado.

    Destenay, un atractivo y alegre belga algo más joven que él, es un reconocido profesional que se formó en el Instituto Superior de Arquitectura de Lieja y se dedica de forma autónoma al sector del urbanismo. Ambos hablan prácticamente sin acento tres idiomas y les gustan el arte y la música. Su oficina antes de jurar el cargo estaba llena de pop art y de colores muy vivos, un estilo que mantiene en casa.

    A Bettel, liberal, le cuesta hablar de sí mismo. Es tímido y prefiere que sus ideas y propuestas hablen por él, pero su felicidad ha sido tema recurrente y sin tabúes durante los últimos años de su carrera. Tiene prestigio, tiene poder y tiene amor. Acuden juntos a innumerables actos sociales y oficiales, y es habitual verlos paseando juntos por el centro de la villa los fines de semana.

    El político del Partido Demócrata no esconde su orientación sexual, pero tampoco quiere hacer de ello bandera. “Sólo tengo una vida, y no quiero ocultarla. Pero yo no he sido nunca el candidato gay.La gente no me votó porque fuera homosexual o heterosexual”, explicaba hace tan solo unos meses en la entrevista en la que reconoció por primera vez que iba a casarse y que sería pronto, pero que “todavía” no había “fecha oficial”.

    En realidad, y aunque peque de modestia, la revolución de Bettel ha sido muy importante. En junio del año pasado el Gran Ducado aprobó el matrimonio homosexual y la posibilidad de adopción por parejas del mismo sexo, iniciativas que entraron en vigor el uno de enero de este curso. En el país, la unión civil lleva diez años vigente, y de hecho él y Destenay se habían acogido a ese régimen desde 2010. Pero no era suficiente. “Me pidió que nos casáramos y le dije que sí”, confesó ilusionado apenas unas semanas después de la entrada en vigor de la nueva legislación.

    Antes de lograr el liderazgo, desde su puesto de diputado y de alcalde de Luxemburgo, había dejado claras sus preferencias y su agenda. No la personal, o no sólo, sino la política. Bettel, que no es precisamente una persona de izquierdas clásica, mantiene una línea muy clara y progresista en asuntos sociales. El primer paso fue la igualdad de derechos, pero no será el último. “En Europa lo importante es que la gente respeta las elecciones privadas siempre que seas honesto”, explicó en una entrevista con un periódico norteamericano hace unos meses.

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