Eudy Simelane: un proceso de escritura. Itziar Pascual Ortiz
Comencé la escritura de Eudy Simelane, la obra teatral por la que acabo de obtener el Premio Leopoldo Alas Mínguez (LAM) para textos teatrales de temática LGTB, en torno al verano de 2011. El punto de partida, el origen, fue una estadística: una niña sudafricana tiene más oportunidades de ser violada que de aprender a leer.
Las estadísticas son, lo sabemos, apenas un fragmento escamoteado de la realidad. Conmovida e indignada, decidí leer, estudiar, averiguar: necesitaba comprender el contexto de ese espanto. Más aún tras un verano, el de 2010, en el que la imagen de Sudáfrica estaba asociada al Campeonato de fútbol; a una suerte de contagiosa felicidad.
De este modo tuve conocimiento de las violaciones correctivas (corrective rape), eufemismo que refiere la violación de mujeres lesbianas realizadas por hombres con el propósito de modificar su orientación sexual.
Esta vulneración de los Derechos Humanos es, dolorosamente, una práctica más habitual de lo que pudiera imaginarse en un país como Sudáfrica, que, como consecuencia de la lucha contra el apartheid tiene una legislación de las más plurales del continente en materia de derechos sexuales y reproductivos. Perduran aún hoy falsas creencias – la idea de que la relación sexual con una virgen cura el VIH, origen de muchas violaciones a niñas – y subsiste una violencia hetero-patriarcal: la de unos hombres que creen que van a “reeducar” a las mujeres.
La violencia contra niñas, adolescentes y mujeres, en especial contra las lesbianas, es feroz y ha sido documentada por las asociaciones y colectivos que luchan en el país contra la homofobia, el patriarcado y la misoginia. A veces, esa lucha se topa con cierta lentitud administrativa, cuando no dejación e impunidad jurídica.
La historia, personal y política, de Eudy Simelane, refleja claramente un combate entre la fuerza de la sangre y la fuerza de la libertad. Eudy Simelane (1977- 2008) fue la capitana de la selección nacional de fútbol femenino sudafricano, las Banyana Banyana, y centrocampista en diversos equipos de fútbol del país, como el Springs Home Sweepers F.C. Fue una deportista importante, que puso su celebridad al servicio de la defensa de los derechos de las mujeres lesbianas y creó un equipo de fútbol formado exclusivamente por lesbianas. Fue asesinada, apuñalada y agredida sexualmente, el 28 de abril de 2008, lo que provocó una verdadera conmoción nacional. Su cuerpo fue hallado, semidesnudo, en las cercanías de un arroyo, en Kwa Tema. La investigación y el juicio posterior fueron seguidos por toda Sudáfrica.
Creo que las ficciones no son inocentes; que tenemos una responsabilidad, política y poética en la presentación y representación de los mundos que ofrecemos, y que nuestra tarea es especialmente importante en una sociedad que ha hecho de la ficción una forma de realidad virtual, como sostiene Fatima Mernissi. Me importa especialmente, de esa responsabilidad, la tarea de ofrecer al sistema teatral personajes femeninos complejos, que respondan de forma alternativa ante el caudal de estereotipos y prejuicios de género que recibimos a diario.
Mi forma de contestar, de expresar la rabia, el dolor, y a la vez, la necesidad esperanzada de plantear nuevos caminos, es escribir. Escribo teatro con ese propósito: el de alimentar la esperanza de nuevos cambios, y de nuevas imaginaciones del mundo.
Yo quería contar la historia de Eudy y al hacerlo, poner en valor su lucha en el país que Nelson Mandela denominó “la nación del arcoíris”. Una lucha por la libertad, por el derecho a que nadie decida por nosotras – un derecho innegociable, en Sudáfrica y en España -; el derecho a ser las personas que queremos ser.
Para ello leí, estudié y me documenté en lo relativo a la historia contemporánea de Sudáfrica, sus mitos y tradiciones, sus contradicciones sociales y culturales. Pude acceder a textos que daban testimonio del dolor de su familia, en especial de sus padres; de la lucha de las organizaciones no gubernamentales en defensa de la libertad sexual… Y también me vi en la tarea de imaginar, ponerme en el lugar del otro y crear, allí donde los documentos escamoteaban una parte del relato.
Imaginé un mundo en el que conviven creencias tribales y mágicas, con la lucha por la libertad, la equidad y la democracia; donde el uso de las armas – desde machetes hasta rifles – es accesible casi para todo el mundo, y una sociedad en la que la impunidad ha sido la respuesta a numerosas violencias. Un país donde el uso del mantrax permite realizar las acciones más brutales en total estado de ataraxia, es decir, en total ausencia de empatía. Y quise construir la vida de Eudy, desde su gestación hasta su muerte.
Eudy transita por una infancia y una adolescencia en la que intenta dar respuesta a algunas de las preguntas que son fundamentales en nuestras vidas: ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Quién me ama? ¿Qué quiero hacer?
Para mí obtener el VII Premio Leopoldo Alas Mínguez (LAM), para Textos Teatrales LGTB implica una triple satisfacción; la de que Eudy Simelane haya sido considerada por un jurado formado por primerísimas personas del medio teatral – Pablo Peinado, director del Festival Visible, Yolanda García Serrano; Carmen Losa e Iñigo Guardamino, dramaturgo y ganador de la VI edición del Premio LAM, en una edición a la que han concurrido 60 obras, todas ellas de gran calidad – ; la de saber que mi obra será publicada dentro de la Colección SGAE, con prólogo de John Carlin, y presentada en el marco del Ciclo de Lecturas Dramatizadas, que organiza esta entidad, en la Sala Berlanga de Madrid; pero sobre todo, que la vida y la memoria de Eudy Simelane tiene la oportunidad de ser un poco más compartida entre todos nosotros. Y que esa memoria puede ser camino de futuro y guía de presente.
Creo que, a veces, la casualidad es esa causalidad de la que aún no somos plenamente conscientes; esa mágica conexión se produjo cuando el fallo público del Premio LAM tuvo lugar apenas unas horas después de que se conociera el fallecimiento de Nelson Mandela. En cierto sentido, Eudy Simelane y Nelson Mandela son dos de esas personas que han luchado por hacer mejor y más grande el horizonte que tenían ante sí.
Eudy Simelane es la historia de una mujer luminosa y libre y, a la vez, la historia de un país en donde la célebre cita de Madiba sigue siendo, a la vez, una promesa y un desafío: “Soy el dueño de mi destino, soy el capitán de mi alma”.
Itziar Pascual Ortiz
Dramaturga, pedagoga, investigadora y periodista. Es autora de más de una treintena de obras publicadas, traducidas y estrenadas en diversos países. Ha obtenido el Premio de Teatro Ciudad de Alcorcón con “El domador de sombras”; el accésit del Marqués de Bradomín con “Las voces de Penélope”, la Mención Especial del Jurado del Premio María Teresa León con “Blue Mountains (aromas de nuestros días)”, entre otros galardones.
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