Con la expresión Género musical la musicología pretendía definir y diferenciar una obra musical basándose en aspectos como el texto empleado en la partitura, el timbre, los aspectos formales de la composición o de la ejecución de la misma; esto es, centrarse en las características formales e intrínsecas de la creación musical. Si su aplicación puede tener un buen resultado respecto a la llamada música culta, no parece ofrecerlos para referirse a músicas más populares. Algo así sucede cuando hablamos de la música indie que es una especie de cajón de sastre donde se da cabida a música que se hace de manera más o menos independiente, que funcionan al margen de compañías multinacionales. Un conjunto muy variado de composiciones y estilos que, a su vez, se rebela contra lo unívoco y crea marcas para subgéneros como el experimental math rock, el distorsionado y casero lo-fi o el nostálgico pero vigente new folk.
Si con frecuencia y razones evidentes se cuestiona el machismo y la homofobia en géneros musicales como el rap, el hip hop, el jazz o el reguetón otras escenas, como la indie quedan libres de crítica aunque exista igualmente un sexismo que rara vez se visibiliza. Cierto que el rechazo a lo rockero-machote que también caracteriza al indie ha hecho que sea un ámbito más acogedor para mujeres y para el colectivo LGTB, pues la violencia latente en el ambiente de sus escenarios es notoriamente inferior. Con todo, como señala el periodista Nando Cruz, si alguna escena visibilizó al colectivo gay fue la Movida, no el indie. (Nando Cruz, Pequeño Circo, historia oral del indie en España, editorial Contra, 2015). En parecidos términos se expresa otro especialista, el periodista musical y colaborador durante años de la revista musical más leída en España, Rockdeluxe, Víctor Leone. Para el autor del libro Indies, hipsters y gafapastas (Capitán Swing, 2014), realmente fue la música disco, dentro del ámbito de la electrónica la que ha sido hiperpolítica y gay friendly, “ya que ofreció un entorno empático para colectivos discriminados como los negros, las mujeres y los gais. Sus letras de disfrute y fraternidad contrastaban con la hostilidad política y social de la Guerra Fría.” Mientras que el indie sería “una especie de sobrino autista de La Movida”. Y, el hipsterismo “su nieto estirado, consentido e hiperconsumista”.
En España no podemos mencionar muchos nombres pues son pocos quienes han hecho públicas sus preferencias afectivosexuales. Entre las mujeres destaca la murciana Lidia Damound (que gusta de homenajear a otra cantante poco convencional murciana como fuera Mari Trini) y entre los hombres el asturiano Nacho Vegas. Icono de la música indie nacional que declaró: “Yo viví la bisexualidad como un conflicto enorme y lo sigo haciendo. Detesto escuchar cosas como ‘ser bisexual debe ser lo mejor porque tienes el doble de oportunidades’. Para mí la bisexualidad ha sido en cierto modo un lastre a la hora de mantener relaciones serias, porque nunca he sabido dónde ubicar los impulsos hacia el otro sexo”. Temas como En la ardiente oscuridad, Historia de un perdedor o Gang Bang, son varias de sus canciones que se centran en esta temática.
En la escena internacional podemos mencionar importantes bandas y músicos que no han dudado en incluir expresas referencias en sus composiciones a su orientación sexual aunque, en general, coinciden en rechazar cualquier etiqueta como grupos gais, lésbicos o queer, ya que coinciden en afirmar que esta característica no define la música que hacen. Entre otros: Stephen Merrit (Magnetic Fields), Ed Droste (Grizzly Bear), Joel Gibb (The Hidden Cameras), Bradfort Cox (Deerhunter), Tegan & Sara, Rostam Batmanglij (Vampire Weekend), Owen Pallett (Final Fantasy), Jón Þór “Jónsi” Birgisson (Sigur Ros), Beth Ditto (The Gossip), Anohni (Antony and the Johnsons), Jamie Steward (Xiu Xiu), Jake Shears (Scissor Sisters), Tyler Glenn (Neon Trees), Lance Bass (N Sync), Coco Rosie, Jhon Maus, Lovers, Adam Lambert, John Barrowman , Madison Violet , Patrick Wolf, Chris Garneau,… Y, para cerrar las menciones merece la pena referirse al líder de la banda inglesa Bloc Party, Kele Okereke, hijo de inmigrantes nigerianos, que ha sabido bandear las recurrentes presiones de la prensa sobre su raza y sobre su sexualidad, y sin pestañear cantar a la promiscuidad (Kreuzberg) o contarnos la historia de dos jovencitos que se escapan del colegio para amarse en I Still Remember.
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