Pedro tiene 86 años y Manuel 84. Se conocieron en 1959 y durante mucho tiempo mantuvieron su relación en el armario del miedo. Hoy caminan de la mano. “Siempre recordaré cuando le puse la alianza”, dice Pedro orgulloso. Ambos festejarán en septiembre su quinto aniversario de boda, pero en julio celebrarán que hace 54 años que unieron sus vidas. “Sería maravilloso si pudiéramos morir juntos de la mano, dormidos” contesta Manuel emocionado.Pedro y Manuel son solo una excepción dentro del drama que sufre el grupo menos visible y más olvidado del colectivo LGBT, el de nuestros mayores.

Ana y María era una pareja de lesbianas jubiladas que llevaban juntas 20 años. Una noche Ana se cayó por las escaleras de su casa, quedando inconsciente. El hospital en el que la ingresaron llamó a la familia, a las mismas personas que la habían repudiado tras saber que era lesbiana. Impidieron que María pudiera ver a la que en su corazón era su esposa. Tomaron el control de las cuentas de Ana. Vendieron la casa en la que ambas habían vivido esos 20 años y que era propiedad de Ana, negando a María cualquier derecho sobre la misma. Ana murió tres meses después de su accidente sin que se permitiera a María acompañarla durante todo ese tiempo. A María sólo le queda una fotografía de su mujer como único recuerdo de los 20 años que vivieron juntas. Eso y el terrible dolor de no haber podido estar a su lado cuando más la necesitaba.

Los mayores LGTB sufren una doble discriminación en todo el mundo, la que comparten con el resto del colectivo en términos de derechos civiles; y la que sufren dentro del mismo por su edad y no encajar en ninguno de los espacios de libertad que se han ido abriendo donde, poco a poco, la diversidad afectiva va siendo aceptada. Vivieron su juventud en soledad y ahora, con la vejez, ven cómo la sociedad está cambiando, se encuentran de nuevo solos. Al no poder vivir con libertad, muchas de estas personas no tuvieron la oportunidad de enamorarse, de encontrar amigos con los que compartir su vida, de formar familias que ahora les arropen. Y las que como Ana y María se enfrentaron al odio uniendo sus vidas, se encuentran en la mayoría de los casos desprotegidas por la ley y desamparadas. La gente de su generación, mayoritariamente homófoba, le da la espalda y viven solos, una triste soledad que en muchos casos les lleva a terminar con su vida: En Estados Unidos, André, de 70 años, y Ted, de 67, decidieron suicidarse en la casa que había sido su hogar durante años cuando los problemas de salud de André les hicieron temer por su vida al carecer de un seguro de salud con la cobertura necesaria. En ese país, donde la sociedad civil lleva mucho tiempo organizándose para ocupar el espacio de solidaridad que los políticos ultracatólicos y neofascistas oprimen con sus leyes, la National Gay and Lesbian Task Force ha publicado datos muy preocupantes que ponen luz sobre esta dramática realidad: El 80% de los mayores LGTB viven y envejecen en la más absoluta soledad. El 37% de los mayores de 50 años tienen pensamientos recurrentes de suicidio. Este porcentaje se eleva a un 71% en el caso de las personas transexuales.

España fue el 4º país del mundo en igualar los derechos de sus ciudadanos con independencia de su condición afectiva. Esto se consiguió gracias al esfuerzo de unos pocos que han luchado por nuestros derechos frente a la indiferencia de la mayoría de un colectivo caracterizado por la insolidaridad: Para muchos, el Orgullo LGTB es solo una ocasión para estar 3 días de fiesta cuando, además de ser una celebración, debería ser una ocasión para reflexionar sobre la realidad que viven otras personas con las que compartimos una misma forma de entender el amor. Asimismo debería ser una oportunidad para luchar por sus derechos, cuando no su vida, como otros antes lo hicieron por la nuestra.

La WE Party mueve con cada fiesta a miles de gays. Las pocas iniciativas que luchan por evitar el acoso escolar que ha llevado a un 17% de adolescentes LGTB a intentar suicidarse, cuentan con el apoyo de poco más de 20 personas en Madrid. Todo el mundo conoce la Circuit y se pagan abonos de cientos de euros para disfrutar de una fiesta sin fin. Muy pocos conocen la Fundación 26 de diciembre: La primera residencia para acoger a personas mayores LGTB sin recursos que ha abierto en España, se está levantando LITERALMENTE con las manos de los pocos voluntarios sensibles a la soledad y el desamparo que sufren en nuestro país las primeras generaciones de mayores LGTB. Ellos y ellas, los gays, lesbianas y transexuales que hoy necesitan nuestra ayuda, son los que lucharon por las libertades que hoy nosotr@s disfrutamos. Aún no es tarde para devolverles una pequeña parte de lo que ell@s nos han dado.

Jose Estévez Garcia
jestevezg@gmail.com