A menudo hemos hablado de la normalización, de la igualdad de derechos civiles, del matrimonio igualitario, de la aceptación social, de la adopción por parejas homosexuales…,pero quisiera dejar cuatro reflexiones sobre la procreación, sobre el hecho de ser padres y madres.

Una más de las leyes y reformas que Zapatero se dejó en el tintero (y que ningún partido reclama ni en el gobierno ni en la oposición) fue la de maternidad por subrogación, o la de vientre de alquiler, para los amigos. Una legislación que permite que una pareja que no puede concebir, tanto heterosexual como homosexual, llegue a tener un hijo biológico gestado en el útero de una mujer que cobra por ello. Una práctica totalmente habitual en los Estados Unidos y a la que han recurrido ya algunos de nuestros famosos más ilustres sin ningún pudor en reconocerlo y sin ningún problema legal, al menos que se sepa. Sin embargo, no son pocas las parejas homosexuales que habiendo recurrido a esta técnica en dicho país, se han encontrado con que el registro civil español les impedía inscribir a su vástago. Parejas que se encuentran en el kafkiano escenario siguiente: ciudadanos españoles que constan como padres biológicos en los registros estadounidenses de uno o dos hijos de nacionalidad estadounidense (por haber nacido allí), sin madre legal, que han de abandonar EEUU y volver a España pero los menores no pueden adquirir la ciudadanía española que el Código Civil prevé para todo hijo de ciudadano español porque las leyes españolas no reconocen esa técnica reproductiva y sólo pueden permanecer en territorio español con un visado de turistas y cuando éste caduque deben abandonar el país o se convertirán en inmigrantes ilegales.

Este galimatías es una pesadilla que mantiene a no pocas familias con un constante sin vivir y sin luz al final del túnel. Y todo pudiéndose solucionar con unos pequeños cambios en las leyes de registro. En fin, que trabas legales aparte, hablamos del derecho a ser progenitores, a poder transmitir no solo los genes, sino las vivencias, las experiencias, los momentos felices y los menos divertidos, los conocimientos, los bienes incluso… ¿Por qué no podemos usar una técnica que se usa con normalidad al otro lado del charco?

Los argumentos en contra se suelen centrar en imposibilidad biológica, en derechos de los menores, etc.

Bien, si nos ceñimos a la madre naturaleza, toda persona o pareja que por medios naturales no pudiera concebir debería quedar fuera de toda técnica reproductiva. Aplicando la misma regla de tres, tampoco deberíamos coger el autobús si podemos ir a caballo o usar el teléfono móvil si podemos usar el silbo canario, palomas mensajeras o señales de humo. Tampoco deberíamos tratar las enfermedades más que con tisanas y sangüijuelas, sin olvidar las plegarias y las promesas. Ni hacer o usar nada de lo que la ciencia y la tecnología nos ha traído a nuestras vidas. ¿Por qué se permite la adopción y no la técnica del vientre de alquiler? ¿Por una presunta dignidad de la gestante? Si ella es mayor de edad, psicológicamente estable y desea hacerlo, ¿qué mal hay? ¿No hacemos cada día multitud de cosas por dinero? ¿No hay quien usa, transforma, muestra, moldea su cuerpo por dinero?

En cuanto a los derechos de los niños, simplemente que se aplique la ley cuando se detecte un mal comportamiento de los padres, como en los casos de los nacidos sin esta técnica. Además, para que haya derechos de menores que proteger, primero tiene que haber menores. Permitamos también que los hombres sean padres.

Óscar Hernández
oscarhercam@gmail.com